Felices Fiestas!

Recuerdo como si fuera ayer como eran (en Argentina) los días previos a las fiestas. Se escuchaban petardos a cualquier hora y en cualquier parte, el famoso ruidito que hacían las cañitas voladoras, que mas que nada era ruido y un triste BANG al llegar a lo más alto.
El ambiente veraniego, el calor, el mate con pan dulce por las tardes, las ganas de terminar con el año vivido, las esperanzas puestas en el entrante, las promesas, las ganas de encontrar otro trabajo, o de ascender, de terminar el colegio o la universidad, las cervecitas y las picaditas en alguna terraza de algún bar, los delivery de helado...
Las vacaciones esperaban a la vuelta de la esquina,
Uno se reunía con los que veía siempre, con los que veía de vez en cuando. El ambiente era otro... y si era verano.
Hasta hace muy poco me resultaba chocante pasar las fiestas en invierno, me costaba acostumbrarme al ambiente frío, a la ausencia de pirotecnia, al vacío de mi gente. Las charlas de terraza se convirtieron en conversaciones telefónicas, en mails y tarjetas virtuales. Los balances anuales se volvieron más extensos y los proyectos venideros más analizados. No logro descifrar si esta mutación se debe al cambio de estación o tal vez se deba a que es mi séptima celebración en este hemisferio. Es probable que el frío me haya congelado o que las circunstancias me hayan modificado.
Hoy sigo sintiendo el desierto de mi gente argentina, pero ya no añoro las fiestas en verano, me he acostumbrado a sentir las gotitas de lluvia mientras estoy escribiendo, me he habituado a los mails.
Este clima hostil me ha vencido de tal manera que todo aquello que relato en un comienzo parece lejano, tan remoto, como si hubiera sido en otra vida.

Mi especialidad: LA SOPA


Vengo de una familia cocinera por así decirlo, por lo que cuenta mi madre, a mi bis abuela (Q.E.P.D) se le daba muy bien la cocina, de hecho de ella aprendió la famosa salsa de los tallarines... algo que uno no puede dejar de probar en esta vida es esa salsa, hablo de ella y se me hace agua a la boca mmm.

Pero bueno que decir, en realidad a mi querídisima progenitora se le da más que bien la cocina, de hecho hasta las ensaladas las hace perfectas, toda una chef camuflada de psicóloga y ama de casa.Hasta que me mude de hemisferio, todas y cada una de las tortas (pasteles) de cumpleaños fueron hechos por ella. Ha tenido la paciencia, el amor y la dedicación de hacerme un libro escrito de puño y letra con cada una de sus recetas.

La cocina también es amiga de mi tía materna, hace unos fideos con pollo y salsa espectaculares, quizá escrito no suene muy rico, pero hay que probarlos para aseverar que una vez degustados el paladar jamás olvidará su sabor.

Mi prima Claudia también ha heredado esa virtud, recuerdo unas vacaciones en su casa, donde su habilidad con la comida me dejaba con la boca abierta.

Ahora yo digo, ya que vengo de una familia donde ciertos patrones se repiten en las mujeres, porque no pude heredar también un poquito de esa magia?

Cuando recibí aquel cuaderno, probé casi todas las recetas, debo admitir que engordé algunos kilos. Pasada la euforia inicial, volví a mis ensaladas compradas, arroz hervido y fideos con manteca.

Luego nació mi hijo y un día cocinando pensé que si seguía en esta tesitura, jamás escucharía a mi
vástago decir ¨tal cosa como lo hace mi mamá no hay¨ y eso de alguna manera quedo grabado a fuego en mi subconciente o en mi super yo o como se llame.

El tiempo fué pasando y llegó el invierno, al principio mis sopas eran solo fideos con calditos de esos comprados en el super (generalmente de gallina, o verduras) poco a poco fuí investigando, y colocando más verduritas, cortadas grandes, pequeñas, sopa con fideos, o solo verdura, triturada,etc.

Se que me queda un largo camino culinario por recorrer, pero hoy por hoy y aunque no sea gran cosa, puedo decir que mi especialidad es LA SOPA.

Asique si.. mi hijo orgulloso algún día dirá, como la sopa de mamá no hay!