Mate o café?

En mis años adolescentes solía desayunar o merendar con cualquier cosa, podía ser te o té con leche, o café pero casi nunca elegía el mate.
Debo confesar que tampoco era amante del café, es más, muchas veces miraba con cierto recelo a los seguidores de aquella bebida, no entendía su pasión.
Más tarde entró en mi vida el famoso mate, todos aquellos que lo probaron alguna vez conocen su apariencia, sencilla y amigable. Lo tomo amargo y me confieso o confesaba inseparable de él.
Desde hace un tiempo no muy lejano, mi pasión por él ha ido menguando y muchas veces me tienta el inconfundible olor a café recién hecho. Otras tantas me descubro y me soprendo imaginando su sabor en mi boca, su compañia, su textura, su aroma... ese perfume que lo hace especial y cálido, esa esencia amarga o dulce que permanece aún después de finalizada su última gota.
Esa adicción que antes no entendía, es la que hoy ronda mi mente, invade mis pensamientos, me asedia día y noche sin cesar.No logro extirparlo de mi razón, no quiero dejar de pensarlo pero tampoco me atrevo a cambiar de bebida. No se cómo sería mi vida sin el mate.
Por eso, creo que lo mejor será que intercale ambas infusiones, encontrar el café ideal no será tarea fácil, quizá no salga a buscarlo, tal vez, deje él me encuentre y sólo entonces una vez degustado probablemente pueda decidirme por la bebida indicada.

1 comentario:

Ishamommy dijo...

A mi me encanta el café pero tienes razón, antes para nada le encontraba el "sabor" ahora me fascina. Una tarde me parece perfecta con una taza de café en mano :]